Liliana Carrillo V. / La Paz
Profesionales con traje de seguridad esperan a los convocados que no llegan al atrio de la UMSA. “Señor, señora, si tiene más de 50, pase a vacunarse sin costo”, invitan. Pero nada, no hay caso. Entre los transeúntes hay personas que claramente pasan esa edad pero no se sienten aludidas. “Ay, no. Me da miedo”, dice una señora con manta turquesa que se va apurada y elegante.
Desde que comenzó la campaña de vacunación anti-Covid en Bolivia, en abril, no ha sido tan masiva como se esperaba. De acuerdo con las cifras oficiales, hasta el viernes 28 de mayo se aplicaron 1.616.658 entre la primera y segunda dosis, lo que equivale a casi el 15% de la población vacunable del país.
“No vienen a vacunarse. Los primeros días cuando comienza un rango de edad sí hay gente; pero después llegan a cuentagotas”, comenta Paola Ríos, licenciada en enfermería que es parte del equipo de vacunación en el Instituto Americano.
El coliseo de ese colegio se ha transformado en una sala de vacunación. Están los encargados del registro en computadora, los equipos de dos profesionales que aplican la vacuna y llenan el certificado; y se ha habilitado un área de descanso en las graderías. La tarde del miércoles allí había seis personas. Y no era a causa de la tormenta ni del fútbol.
“Toda la semana ha estado vacío. Yo no entiendo por qué no aceptar esta oportunidad de vencer al virus”, añade la enferma cada vez más triste.
“Falta información clara y veraz; hay muchas falsedades que circulan”, opina el inmunólogo Carlos Guachalla. Se precisa una campaña intensa: “La población debe entender que es bueno vacunarse, porque si uno se contagia y está vacunado no ingresará a una sala de terapia intensiva”.
Melquiades es heladero. Desde hace más de 30 años -salvo durante la cuarentena rígida- todos los días recorre la misma ruta llevando su cajón con correa al hombro por parques y puentes de San Jorge. Tiene más de 60 años y dice que no quiere vacunarse.
“No me gusta que me pinchen. Una vez me han sacado sangre y mi cabeza me ha dolido meses”, dice detrás del barbijo que él mismo ha confeccionado. Cuenta que asiste “al culto” y que está seguro que “Dios nomás protege”.
Bolivia atraviesa la tercera ola de pandemia con casi 3.000 casos y más de 60 decesos diarios, aún así hay quienes rechazan la inmunización. A la falta de información, se suman algunas iglesias y otras organizaciones que difunden mensajes antivacunas. Ante el páramo de campañas serias que alienten la vacunación, estos grupos tienen terreno fértil para obrar.
Actúan en ceremonias, en ferias y parques. Megáfono en mano exponen sus razones que varían de acuerdo al grupo: desde la vacuna es “la marca del diablo” hasta que es “un ataque inventado por el capitalismo inhumano”. En cualquier caso siempre ponen como cómplices y coautores del boicot a los medios de comunicación.
“Circulan datos que no son verdaderos, mentiras. Es muy peligroso que siga aumentando el número de personas ‘antivacunas’ por una serie de mitos y creencias que en un 100% son equivocadas. Lo que nos queda es recalcar que la vacuna es segura y que cualquiera de las dosis nos brindarán protección”, sostiene el médico Alfredo Mendoza, director del Hospital del Niño.
“Dice que ponen un chip, por eso si usted acerca una moneda a donde le han pinchado se queda imantada en su brazo, ¿ha probado?”. Don Pedro es peluquero, de los tradicionales -de navaja, alcohol y fuego- que son cada vez más escasos en La Paz , y comenta el último video que ha visto en el Face.
Es información falsa. No hay sustento científico para atribuir efecto de atracción de imanes a las vacunas: fue el diagnóstico de Bolivia Verifica sobre los fakes que asustan sin base.
Otra de las mentiras en las redes sociales circula a través de un audio en el que se alerta que con las antenas 5G, las personas vacunadas serán “víctimas” de la radiación. Es un viejo fake que se reactiva periódicamente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recalca que no hay evidencia que relacione las redes 5 G y el coronavirus. “Los virus no se desplazan por las ondas electromagnéticas ni las redes de telefonía móvil”.
Mauricio es el típico primo – el que no falta en ninguna familia- que se afana en mandar a sus grupos de WhatsApp todo lo que le llega sobre el coronavirus sin verificar la veracidad de nada. “Es que hay que estar al día con esta pandemia. Ya cada quien averiguará si el tema le interesa”, trata de justificar.
“Yo quisiera que mi papá se vacune pero no sé si va a querer. En el campo no se sabe mucho de vacunas”, dice María Elena. Tiene 37 años y es madre de tres niñas. “Hemos visto morir familiares por el virus, tanto hemos llorado, pero ni así mi papá quiere, él ya está mayorcito”, lamenta.
Los mayores de 50 años en Bolivia ascienden a 2,1 millones, según el Instituto Nacional de Estadística. Las 1,6 millones de dosis aplicadas que reporta el Gobierno llegaron a más del 60%, considerando que los trabajadores sanitarios y las personas con enfermedades de base se inmunizaron poco antes.
“Yo no he visto que los políticos se vacunen. Recién ha aparecido el Presidente pero antes nada. Quisiera verlos a ellos porque todo se dice”, comenta Beatriz desde su puesto de dulces de la avenida 6 de Agosto. Recientemente perdió a sus tíos a causa de la Covid- 19 y ella misma enfermó en la primera ola. “Hay miedo pues, pero peor es la enfermedad”, concluye.
Martín tiene 31 años, es auditor y padece asma. Quiere vacunarse contra la Covid pero no accede a las dosis pese a tener una enfermedad de base. “He ido a varios puntos con el certificado y me dicen que no están vacunando a los enfermos crónicos y que espere cuando me toque. Es una lástima, los puntos están vacíos cuando somos muchos los que queremos inmunizarnos. Deberían eliminar el rango de edad”, dice.
Don Pedro, el peluquero, confiesa que no quería vacunarse pero su hija le comunicó que mientras no se aplicara las dosis no vería a sus nietas por su propia seguridad. “He tenido que vacunarme nomás, no me quedaba otra”, dice el cariñoso abuelo y remata: “Ahora no me arrepiento”.
Las vacunas aprobaron varias pruebas
“Estoy esperando que me toque la Pfizer”, comenta Ana en el grupo de amigas. Dice que está feliz de vacunarse en los próximos días pero que hay dos marcas que “le dan mala espina”. Así , sin ninguna base científica.
En Bolivia se aplican las vacunas de cuatro farmacéuticas : la rusa Sputnik V, la de la Universidad de Oxford AstraZeneca, la estadounidense Pfizer y la china Sinopharm. Todas cuentan con aval de la Organización Mundial de la Salud y organizaciones científicas internacionales.
Para su comercialización mundial las fórmulas de estas farmacéuticas fueron evaluadas en las fases preclínica y clínica. En el mundo, de 265 vacunas sólo siete llegaron a comercializarse.
“A no tener miedo ciudadanos de La Paz, de todo el país, la vacunación es un procedimiento que no entraña riesgos y que todo caso más bien nos ayudará mucho a tener las defensas, la inmunidad suficiente para enfrentarse a la terrible enfermedad”, dijo el ejecutivo del Sindicato de Ramas Médicas (Sirmes) de La Paz, Fernando Romero, cuando recibió la primera dosis.
La vacuna protege contra el coronavirus en 90% y contra la enfermedad grave – que precisa hospitalización- en 100%. No protege de la infección, por lo que una persona inmunizada puede contagiarse pero no enfermará gravemente.
Aunque las dosis son seguras es necesario seguir ciertos cuidados. Después de recibir la vacuna, la persona debe quedarse en el centro de salud entre 15 y 30 minutos, por si se registra una reacción anafiláctica, es decir una alergia intensa con caída de presión o asma. Los siguientes días debe evitar el alcohol.
Para recibir la vacuna, los ciudadanos deben llevar al centro de salud más cercano su cédula de identidad y su afiliación al SUS de acuerdo con el cronograma. En caso de contar con seguro, deben acudir a un policlínico o punto de vacunación habilitado.
El pasado miércoles comenzó la vacunación para los ciudadanos comprendidos entre los 40 y 49 años. La inmunización se amplió también a profesores y choferes del transporte público.
Según el reporte del Ministerio de Salud, hasta el viernes 28 de mayo se aplicaron 1.616.658 entre la primera y segunda dosis de las vacunas Sputnik V, AstraZeneca, Sinopharm y Pfizer en todo el país. Hasta esa fecha, 1.271.262 salubristas, personas de la tercera edad y mayores de 40 años recibieron la primera dosis de la vacuna contra el cronavirus y 345.396 recibieron la segunda dosis.