En los alrededores de la parada de Metro de Usera, varios vecinos aseguran que apenas tienen conocidos que se hayan infectado de Covid-19 en las últimas semanas. Las cifras, en cambio, sitúan a este distrito del sur de Madrid como el mayor foco de contagios de la capital: en los últimos 14 días se han diagnosticado 981 casos por cada 100.000 habitantes. Para muchos, el repunte se debe al hacinamiento en las viviendas, al incumplimiento de las medidas de protección y a la precariedad.
Moscardó es la entrada a Usera y una de sus zonas más antiguas. Aquí se levantó en los años 30 el primer proyecto de vivienda pública de Madrid. Sus 27.000 vecinos lo convierten en el barrio más poblado del distrito. «Bulle mucha gente, es un barrio muy vivo porque tenemos comercios, colegios, el Metro…», cuenta Juan Manuel Ureña, presidente de la Asociación de Vecinos de Moscardó.
Ese trasiego de personas se nota nada más salir de su boca de Metro, en la calle Amparo Usera. Es miércoles a medio día. Ahí, en una placilla, algunos vecinos se reúnen en los bares y terrazas situados junto a un conocido mercado de ultramarinos. Justo al lado comienza el Chinatown madrileño, una serie de calles adornadas con guirnaldas y rótulos verticales en chino. Porque en Usera el 24% de sus habitantes es inmigrante. La mayoría de ellos, latinos y asiáticos.
Hace unas semanas el distrito se convirtió en el centro de atención de los medios de comunicación. Y no es para menos. Usera está registrando los mayores índices de contagios en Madrid, la ciudad más afectada de Europa en esta segunda ola. En los últimos 14 días ha diagnosticado 981 casos por cada 100.000 habitantes, el doble que la Comunidad y cuatriplicando con creces la media nacional. Las peores cifras también se repiten en otros distritos del sur de Madrid como Villaverde, Carabanchel o Vallecas.
Dentro del mapa epidemiológico de Usera hay un punto aún más oscuro: la zona básica de salud de Las Calesas, el barrio de Moscardó. Aunque la Comunidad ha confirmado 353 positivos en las últimas dos semanas, varios vecinos aseguran que apenas conocen a gente infectada durante la recta final del verano. Sí que coinciden al señalar a los culpables. Como, por ejemplo, el hacinamiento en las viviendas, el mal uso de la mascarilla o la precariedad laboral.
Hacinamiento
Sí alguien conoce Usera es Félix López Rey. Desde hace décadas, este lotero de profesión denuncia las carencias de Usera en la prensa local. Primero levantaba la voz desde las asociaciones vecinales, ahora lo hace como concejal de Más Madrid en el distrito. «En estos distritos, que siempre fueron distritos de pobres, ahora han venido los pobres del mundo. Y en un piso de 50 metros a lo mejor se concentran tres familias».
La tesis del hacinamiento de varias familias en pequeñas viviendas la confirma el Centro de Salud de Almendrales, otro barrio de Usera. Ahí están registrando una alta incidencia del virus. Además del hacinamiento, apuntan a las «reuniones multitudinarias en parques de la zona donde no se respetan las medidas de seguridad».
Para Félix al final todo se resume en la pobreza que sufren algunos en el barrio. «Esa gente lo primero que tiene que hacer es pensar en comer. Si un día amanecen con unas décimas tienen que ver que hacen: si quedarse en casa o ir a por los 30 0 40 euros» que ganen al día, razona. Algo parecido piensan Martín y Aitor, dos estudiantes que apuran sus últimos días de vacaciones: «Es más común que aquí haya dependientes o cajeros, que están más expuestos a la gente». Aitor va más allá: «Creo que los contagios están aumentando, en principio, porque hace dos semanas se hizo un cribado masivo en Usera. Y porque la calidad de vida no da para irse de vacaciones, también tienen que ir en Metro».
Usera es una parada más del recorrido circular que sigue la Línea 6 de Metro por Madrid. Este verano, algunos sindicatos han denunciado aglomeraciones en la Línea 1, en la 3 y en los intercambiadores. Aunque la 6 no esté entre las señaladas, sí que para en todos los grandes intercambiadores. Además, transporta a los estudiantes a Ciudad Universitaria. Los vecinos de Usera, explica la Asociación de Vecinos de Moscardó, utilizan el suburbano para ir a trabajar al centro de la capital. «El Metro posiblemente no tenga la frecuencia para que no se formen aglomeraciones», critica Juan Manuel Ureña. Ante el inicio de curso y la vuelta al trabajo, la Comunidad sí que ha aumentado sus frecuencias para las horas punta.
¿Cumplen las medidas de seguridad?
Las reuniones de varias personas en la calle y el uso de la mascarilla son los otros debates en Moscardó. ¿Aquí se incumplen más las reglas? Sus vecinos creen que no. Pero sí ven malos ejemplos a diario. «Aquí también hay imbéciles, pero es que imbéciles hay en todos lados, que no se ponen la mascarilla, que hacen lo que les da la gana. Yo creo que aquí y en el barrio de la Conchinchina», se queja Aitor.
Muy cerca de Moscardó, en la calle Rafaela Ybarra, dos señoras, Mercedes y Concha, discuten sobre este tema. «¿Cómo se puede decir que por qué aumentan tanto los casos si la gente lleva mascarilla? Es mentira. La mayoría, sí. Pero un porcentaje muy elevado no la lleva. Y no le digas que se la ponga, porque te discuten y no se lo van a poner. Al final tendrán que tocarle el bolsillo a la gente para que se la ponga», dice Concha. A primera vista, por Rafaela Ybarra sólo se ve a gente con la boca y la nariz bien cubiertas. Pero Concha, mientras habla, señala discretamente a varias que o bien no la llevan o la utilizan mal. Según ella, lo de las mascarillas lo incumplen tanto los jóvenes como los adultos.
Otros, como Emanuel o David, dos jóvenes latinos, también han visto reuniones de gente en la calle. «La gente cumple igual que en cualquier otro sitio», asegura el concejal de Ahora Madrid, que achaca el problema a la falta de vigilancia. «La Policía Municipal por las calles no existe. Van en coche y no pueden ver las cosas. Actúan como si fueran bomberos; si los llaman, acuden. Pero no es cuestión de que esperen la llamada. La Policía ejerce una función fundamental estando en la calle, de forma disuasoria». Entre los inmigrantes de Usera, los que más suelen cumplir con las medidas protección son los chinos. Y los latinos, algo menos, según fuentes de la Consejería de Sanidad.
Desde la Junta del Distrito aseguran que sí se ha reforzado la vigilancia policial para evitar los botellones y las reuniones en la calle y se multa a quién se niegue a llevar la mascarilla. Este verano también cerraron los parques, salvo el de Pradolongo «porque no hay forma», y las instalaciones deportivas básicas. Pero han permitido las actividades culturales que cumplían los protocolos de seguridad y de aforo.
«No han reemplazado las bajas» en Sanidad
La crecida de contagios en el sur de Madrid se ha reflejado en su gran hospital: el 12 de Octubre. El centro ha sido hasta hace unos días el más saturado de la región por pacientes con coronavirus. Ahora mismo roza los 200 ingresos en planta y 20 en la UCI. Sólo le supera el Gregorio Marañón, que también atiende a pacientes del sur de la capital. Al 12 de Octubre, por ejemplo, llegaban positivos asintomáticos o muy leves porque viven en entornos familiares donde es difícil seguir el aislamiento.
La alta incidencia del virus también se refleja en los centros de salud de los barrios de Usera. En Moscardó es el de Las Calesas, a pocos minutos a pie de la parada de Metro. Ahí también registran una alta incidencia de coronavirus. Carlos, otro miembro de la Asociación de Vecinos de Usera, denuncia que en estos meses no se han reemplazado a los sanitarios que están de baja o de vacaciones. «Sumas eso a la suma de pacientes con síntomas y la capacidad de trabajo es mínima, no abarcan». «A parte de que no suplen [las bajas], no hay oferta de empleo público. Pero es que te vas a la Policía Municipal y no existe oferta, a si que la plantilla es muy alta en edad», añade Ureña.
«Esto se va a desbordar»
Los vecinos de Usera no ven septiembre con optimismo. «Esto se va a desbordar en cuestión de horas, va a ser una locura colectiva. Yo hablo con directores de colegios de por aquí y dicen: ‘Félix, es que nadie nos ha dicho qué hacer, por donde actuamos’», asegura López Rey. El consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, reconoció que el Ejecutivo regional está preocupado por situación epidemiológica. Aunque, por ahora, está «estable» y «controlada». A partir de este lunes, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso limitará aún más los aforos y las reuniones dentro de un nuevo plan para contener el avance del virus.
«En este barrio están muy mal las cosas. Pero no se, tiempo al tiempo. Va a ser difícil para todos los barrios, Y en este se va a notar más porque tenemos más dificultades económicas, cualquier enfermedad es un problema económico. El que tiene más dinero lo llevará mejor que una persona con menos recursos. Eso siempre pasa», prevé el joven Aitor.