Trump plantea aplazar las elecciones presidenciales de noviembre al poner en duda el voto por correo
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha planteado este jueves aplazar las elecciones presidenciales del 3 de noviembre por el «fraude» que considera supondría el voto por correo, que podría aumentar por la pandemia del coronavirus. En una serie de tuits, el mandatario republicano ha justificado que celebrar las elecciones a distancia las convertiría en «las más inexactas y fraudulentas de la historia». «Será muy embarazoso para los Estados Unidos. ¿Retrasar las elecciones hasta que la gente pueda votar de forma correcta y segura?«, se ha preguntado.
Trump insiste en que el voto por correo empleado durante las elecciones primarias estos meses ya ha demostrado ser un «desastre catastrófico», a pesar de que no aporta pruebas.Además, advierte que este formato puede alentar las injerencias de gobiernos extranjeros en el proceso electoral, aun cuando siempre ha defendido que la interferencia de Rusia en los comicios que le llevaron a la Casa Blanca no fue sino una «craza de brujas» contra su mandato.
Ahora, con la vida alterada por la pandemia, varios gobernadores estadounidenses piden que las elecciones se celebren de forma telemática para contener los efectos de la COVID-19, que deja ya más de cuatro millones de contagios y más de 150.000 muertos en el país más afectado del mundo. De hecho, el republicano ha dado un vuelco a su retórica en los últimos días por la crisis sanitaria: ha pasado de menospreciar el impacto del virus a recomendar el uso de la mascarilla e incluso se la ha llegado a poner en público.
Solo el Congreso puede aplazar la cita electoral
La sugerencia del presidente coincide con el anuncio del mayor desplome del PIB estadounidense de la historia y se produce a menos de 100 días para las elecciones presidenciales, una cita que está recogida en la Constitución y que solo el Congreso, de mayoría demócrata, tiene la potestad de alterar. Varios congresistas demócratas y la propia presidenta de la Cámara de Representantes han advertido ya de que las elecciones se celebrarán, sea como sea, en apenas cuatro meses.
«El Congreso puede determinar la hora para elegir a sus electores, así como el día en que el darán sus votos. Dicho día debe ser el mismo en todos los Estados Unidos», ha asegurado Nancy Pelosi en Twitter, citando la Constitución estadounidense.
No en vano, Trump plantea un cambio histórico con la mayoría de sondeos en su contra por su gestión de la crisis sanitaria, que ha impulsado a su rival demócrata, Joe Biden, antes incluso de ser declarado oficialmente candidato demócrata a la Casa Blanca. El exvicepresidente aseguró a finales de abril que Trump haría todo lo posible para posponer las elecciones si perdía apoyos. «Recuerde lo que le digo, creo que tratará de aplazar las elecciones de una forma u otra, encontrará razones por las que no pueden llevarse a cabo», señaló.
Días después, el propio Trump rechazaba la mayor, pero por el momento ya ha cancelado la Convención Repúblicana en Florida prevista para finales de agosto en uno de los estados más afectados por la COVID-19.
Republicanos y demócratas se oponen a retrasar las elecciones
La idea propuesta por el presidente ha generado críticas incluso dentro de sus propias filas, que no comparten un aplazamiento electoral. Buena parte de congresistas republicanos defienden que las elecciones deben celebrarse en la fecha establecida para ello y, aunque aceptan la tesis del presidente del supuesto fraude electoral por el voto correo, no creen que sea beneficioso ni que vaya a ocurrir.
«Los Estados Unidos siempre han celebrado sus elecciones a tiempo, durante guerras y crisis económicas. Haremos frente a cualquier situación y votaremos el 3 de noviembre», ha señalado el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, en una entrevista recogida por Reuters.
En cambio, el rival electoral de Trump ha optado por no valorar la sugerencia del presidente y se ha limitado a criticar su gestión sanitaria y económica durante la pandemia. En un comunicado, Biden ha advertido: «Seamos claros: esto no es un acto de Dios, es el fracaso del liderazgo presidencial».
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